Como pequeñas cebras
que descosen la materia de mis sueños
así penetra la flecha en mis corazones;
y es una sola,
veloz,
viajando en la noche de la guerra
donde el sexo sucio
amarra la vida, la cambia por sangre-
producto de las cosas
que bosquejo en soledad.
No es mi manera de mirarlo,
es la condición de que en toda guerra
hay muertos y heridos de
diferente gravedad.
Pero en este ambiente
en el que intento desenhebrarme
con gotitas de tus cabellos,
no siento frío,
siento el placer de saber que
seas quien seas
intentarás matarme.