y el segundo salto no fue suficiente
la hoguera se consumió en la caída
la frente del lago hinchado ahogó los soles
y todo fue demasiado para tan poco
quisiste buscarme,
y yo, con tu carta en mis manos encendidas, exclamé:
¡sumérgete en el flanco vacío de mi mirada oscura!
¡dile adios a las hojas de la mujer palpitante!
¡duéleme los huesos con terror de jazmines!
y de esta manera (rota) alcancé lo inalcanzable
la última piedra, la lejanía, la distancia
tan lejana tan lejana
como la calma en la neblina,
como el pánico;
como la peste verde inmaculada
alcancé
y alcanzar era un final dentellado
1 comentario:
adios a tu mujer palpitante le decimos todos!!
no se, yo no creo en algunos finales, mas bien, en esta mi historia que llevo envuelta en los huesos, increiblemente dos meses despues y seguimos estando sin estar...
un abrazo!
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